Nadie nos da un manual en el momento de su nacimiento para guiarnos de todo lo que hay que hacer en cada momento. Es normal que surjan dudas y que actuemos a veces bajo la incertidumbre de si hemos obrado bien o no. Todos nos equivocamos alguna vez, según los expertos.
- No escuchar al niño: es bastante habitual que no les demos tiempo suficiente a explicarse o a expresarse, cortándoles, siendo autoritarios o dando por hecho lo que nos van a contar sin darles la oportunidad para ello. Déjalo hablar, ten paciencia.
- No reconocerle sus virtudes o puntos fuertes: parece que muchas veces solo nos fijamos en sus fallos o defectos para intentar corregirlos, y nos olvidamos de alabarle lo que hace bien o sus puntos fuertes. El halago es un arma muy fuerte en su educación.
- Hay que respetar su personalidad: cada niño es único y diferente. No tenemos porqué educarle para que haga lo mismo que el resto de los niños. Cada uno elige su camino, sus objetivos y propósitos, por lo que no todos los niños deben ser iguales.
- Sobreprotegerles: es un error bastante común. La sobreprotección se produce por el temor de los padres a que le pase cualquier cosa al niño, desconfiando de su propia valía y acarreándole unas serias consecuencias. Hay que darle autonomía en su justa medida.
- Acostumbrarles a que les hagan todo: son aquellos padres que hasta les siguen partiendo el filete cuando el niño tiene 9 años… A los niños hay que enseñarles a valerse por sí mismos, tienen una edad para aprender cada cosa, y cuanto antes lo aprendan mejor, sin apresurarse tampoco, claro.
- Gritarles: por desgracia recurrimos al grito más de lo que debiéramos en muchas ocasiones. Los gritos les acarrean muchas consecuencias negativas.
- Cuando hay hermanos, intentar educarlos igual: una cosa es que al haber hermanos intentemos transmitirles los mismos valores, que es lo correcto, y otra cuestión es que intentemos que sean iguales en todo, que no es correcto. Cada niño es distinto, y se debe educar en la individualidad. Un hermano tendrá unos puntos fuertes y otros débiles que habrá que corregir, y en otro hermano habrá otras cuestiones a limar.
- Compararles: algo a lo que recurrimos constantemente. Mira tu hermano como…, si fueras como tu primo que…, mira Luis tu amigo lo bien que… Debemos evitar las comparaciones, cada niño es de una manera, y a lo mejor otro es mejor en esto o aquello, pero tu hijo lo será en otra cosa. Ellos ya saben compararse y usar sus propios modelos, no debemos atormentarles con continuas comparaciones todos los días.
- No limitarlo en cosas sin verdadera importancia: está claro que si tu hijo te hace un buen dibujo en la pared de casa no está bien y te vas a enfadar, pero sopésalo, piensa si el dibujo es bueno, si es más importante la pared o la creatividad de tu hijo… No lo grites, corrígelo y dale los medios para que haga sus creaciones en el lugar adecuado. Darle cierto margen de actuación es muy importante para que tu hijo aprenda, explore y descubra poco a poco sus intereses, capacidades y limitaciones.
- No comunicarnos: da igual la edad y el tema. La cuestión más importante a la hora de educar a un niño es hablar con él y que él hable contigo. De sentimientos, de temores, de dudas, de amistad, de sexo… una buena comunicación creará un buen vínculo entre padres e hijo.
Adoración Navarro
psicopedagoga